sábado, 25 de agosto de 2007

tragedia de un banco

Empezaba en un banco, allí estaban todos antes o después.
Pedro se ha pasado, Javi viene luego y Vero se ha ido, traerá de fumar, que ha suspendido y no sabe si va a seguir con el insti, Fran está demasiado pillado por ella y lo mismo se pone a currar pa sacarla de su casa. Jesús se marchó a Valencia y vendrá pa vacaciones, el banco pierde un miembro, menos mal que los demás seguimos, aquí parece que todo lo que cambia es sólo lo que está lejos.
He comido y he bajado corriendo a fumar el piti con Julia, lo hacemos desde hace poco, algunos no lo saben, desde este agosto que me enamoré de John y fumábamos tirados en la hierba y me explicaba donde estaba cada cosa, allí observando el universo y con el destello de más de una estrella fugaz. Se lo cuento a Julia, que es un año mayor y sus padres siempre la dejan hacer lo que quiere, sabe mucho y me gusta contarle todo lo que acabo de descubrir, le da una calada larga al Marlboro antes de decirme algo sabio y sólo se darle otra al Chester. A veces viene Javi y su primo, y nos tenemos que callar, pero luego vienen los demás, los que fuman y los que no, hablamos, jugamos a las cartas...
Tenemos claro que somos los del barrio, vienen de otros barrios, somos muy sociables y las noches de verano nos juntamos entre veinte y treinta, a veces la madre de Julio se queja del ruido, que no puede dormir, a Julio no le deja bajar por las noches y cuando la señora María no le ve, nos habla por la ventana y al del bote le chiva donde estamos, a nadie le importa, tarde o temprano te pillan y te toca el bote.
Falta una semana para el fin de las vacaciones, para todos los del banco también, a mi hermano y a mí nos toca volver a clase, mi padre y mi madre han empezado a trabajar, están muy pesados con que estudiemos, a él pa que se aplique algo y a mí pa que apruebe inglés y me examine de selectividad.
A las doce tengo que estar en casa, me despido de Julia, de Javi, de Vero y Fran, de Julio si está en la ventana, otros ya se han ido, a la una ya no quedará nadie. John me llama a las doce y cuarto, me da tiempo a ponerme el pijama, a coger un poco de cola y fumarme un cigarro a escondidas en mi cuarto. No sé cuando podré volver a ver a John, tengo que estudiar, él está a más de doscientos kilómetros, tiene 23 años, trabaja y esas cosas, y me tiemblan las piernas escuchándole por teléfono, le echo mucho de menos y me cuesta mucho concentrarme en los libros mientras pienso en lo mucho que le quiero, en lo que me duele a veces el pecho y en el poco significado que tienen las cosas ahora que le conozco. Y luego está el banco y que si apruebo, que más me vale, por mi madre y por las burlas de mi hermano si no lo hago, pero si lo hago, tendré que marcharme, me pasará como a Jesús que viene en puentes, vacaciones y eso, que siempre le tenemos que contar todo lo que ha pasado en un resumen, que a veces no lo entiende. Lo mismo en ese otro sitio que me toque ir no haya un banco tan conocido y no estará Julia y esa nueva costumbre que hemos adquirido de fumar juntas, John sabe todo esto, y con la mala suerte que tengo va a ser que me marché a más de doscientos kilómetros, y como estoy tan lejos él se enamora seguro de otra, y no vuelvo a ser capaz de querer a nadie como a él y me convierto en una fría mujer de negocios, practico la inseminación in vitro y tengo una hija a la que le pasa exactamente lo mismo.

Algunos los perdí, a otros sólo les sigo la pista muy de acá pa allá, no tengo una niña con inseminación in vitro, John me dejó, pero todavía me acuerdo de esos campos donde hacíamos el amor y me gustaría verle y darle las gracias, y contarle todo lo que le contaba antes y regresar a esos diecisiete años, al amor suicida, a los cuentos que pueden ser reales y a los que no.

Tragedia de un banco.

viernes, 17 de agosto de 2007

a pesar mí, perdóneme tua

¿Acaso no me conoces? Soy una veleta de emociones a prisión, tienes que apaciguarme y cobijarme cuando veas que no soy yo, tienes que atraparme cuando sea esa y tienes que quererme después de too.
No me dejes sola, no me dejes vos, te aguardo todas las noches entre la esperanza,
contigo
postre
conmigo
maldición.
No soy tan mala, despistada, olvidadiza y pasmada, a veces lo intento, a pesar del pasado, a pesar de los colores que me embadurnan, a pesar de hoy y de tú así.
Esta niña se baja las faldas, se postra, no es la mejor manera de conseguir tu falta de mirada pero hace tiempo que no sé escribir.

Te cambio el día por un beso.

miércoles, 15 de agosto de 2007

gotas

Quiero sentir las gotas de lluvia resbalándome por el hombro, quiero desnudarme ahora y correr, correr bien lejos, ver mi piel húmeda, sentirme doblemente húmeda y correr, adelantar un paso a setenta y cinco centímetros del anterior, gritar, a esos que me observan, que no hay mayor cadena que censurar a una chica, que deriva en gotas desnudas, si sólo intenta lavarse el corazón. Libre, algo cansada y obstinada, esa es la condición. Llorar hasta percibir la brisa secando tu cara, lo demás se humedece con el goce de gozar y olvido que perdí el cofre de mis sueños y a ti.

martes, 14 de agosto de 2007

en esto no estoy sola

Sólo me hace falta imaginar que lo que venden ahora en Lavapies es hachís desde que Galardón metió las perneras en la ciudad sin ley, y los moros entre tanto acoso y poco dinero te venden lo que sea a muy bien precio y muy malo. Sólo me falta imaginar que a las putas las hacen de plástico y Espejode lo que somos, la más puta, ya no quiere verlas allí,
¿Para cuando nuestra victoria?
El alquiler sube, los sueldos no, la gente es tan estúpida que se hipoteca para llenar los huevos de otros, esos que se los tocan tanto, mientras continúo escuchando las quejas de alguien que no tiene derecho a replica, y me subo más la silla, y este mundo me da asco ¿Qué me dices de los jóvenes? Que mientras vivan de papa, genial, que luego se suman a la protesta dominical ¡Esos moros nos quitan el trabajo! Me gusta ver dicha protesta desde la barrera sólo a la espera de cuando va a acabar, mientras me pregunto cuanto billetes y de que color son esos que se pasan por debajo de la trinchera.
No te engañes, no te unas, pero..., es tan difícil, el olor me recorre todo el cuerpo y los sábados quiero irme de compras, para curarme, para subsanar el mal fallo.
Capitalismo, egoísmo, miseria y crueldad. Dicen rescatar a unos africanos de la mar para repatriarlos a la muerte, ¿no ves tú que si un tío toma tal riesgo es porque ha pensado que quiere escapar de ella? No puede elegir porque otro ha considerado que más del suelo que pisa es suyo. Te dan la noticia y a otra cosa.
Me río de la lucha, de la poesía como único afán de reafirmarse en uno mismo, de los que te van contando películas y de los que les ríen las gracias, de ti, si te das por aludido, de la amiga que se considera buena gente y se preocupa de su amiga, si está mala y no puede salir el sábado por la noche, “perdona, los sábados me como las bocas que se me da la gana”, ya sé, perdona, que eres buena gente.

Perdona, pero es así.